ilustración Marina Sabio

ilustración Marina Sabio
Ilustración: Marina Sabio

jueves, 23 de enero de 2014

Frutas prohibidas

Como un justo homenaje a Virginia Woolf y a la anécdota por la que nació este blog, he decidido dedicar el primer artículo de esta serie Gestos con Historia a las mujeres y su relación con las bibliotecas.

Echando un vistazo a la historia de género es francamente previsible que a las mujeres les estuviera prohibida la entrada a las bibliotecas en el siglo XIX en España, así como se les prohibieron tantas cosas y como, aún hoy, en lugares de nuestro mundo siguen careciendo de derechos de los que los hombres gozan. La tarea ya instintiva que una realiza cuando se enfrenta a una tarea de investigación, el paso cero de toda búsqueda de nuestra era, es buscar en Google las palabras clave de lo que queremos encontrar, para tener un punto de partida. Cuando escribí las palabras mujer+prohibido en el buscador aparecieron 23.100.000 resultados en 0,43 segundos:

<<Las mujeres en Arabia Saudí tienen prohibido columpiarse>>
<<Prohibido a las mujeres conducir>>
<<Prohibido en la Biblia mujeres predicadoras>>
<<Prohibido el aborto terapéutico a la mujer>>
<<Prohibido el aire acondicionado a las mujeres saudíes>>
<<Prohibido el Paso a las mujeres cofrades>>
<<La Mujer y el fruto prohibido>>

Yo, con la palabra prohibido en algunos casos siempre he tenido problemas, se me oprime un poco el pecho, de modo que sólo ojeé hasta la página seis del buscador. No comprobé la veracidad o no de las frases escogidas al azar pero la tendencia de los resultados es hablar sobre una legislación o una norma que se impone sobre la libertad de la Mujer. Por curiosidad hice lo mismo con las palabras hombre +prohibido y aparecieron unos 14.000.000 resultados. Volvió la opresión al pecho, pues a nadie le gusta que a ningún sexo de nuestra humanidad se le prohíban cosas que tengan que ver con los derechos pero, para mi sorpresa, echando un vistazo a estos resultados, las entradas decían cosas como:

<<Foro: ¿Qué hago? Amo a un hombre prohibido>>
<<Test: ¿Es un hombre prohibido?>>
<<Rihanna tenía prohibido salir con hombres en su adolescencia>>
<<Yahoo respuestas: ¿Una canción para dedicársela a un hombre prohibido?>>
<<Amarrar a un hombre prohibido>>
<<Prohibido conducir o salir sin la presencia de un hombre>>


   
Manal al-Sharif, activista saudí.
 Observé que en este segundo caso, la palabra prohibido para  el hombre o bien era una licencia literaria para que las mujeres hablen de un amor que es difícil de conseguir o para referirse otra vez a prohibiciones que los hombres imponen sobre las mujeres, que no son solo para de la Historia sino por desgracia noticia. Este ejercicio es anecdótico, pues si hubiese puesto en la búsqueda hombre+negro+prohibido u hombre+judío+ prohibido, la cosa hubiera cambiado, sin embargo, me sorprendió que en el ámbito de las prohibiciones a la mujer en la actualidad, todos los caminos nos lleven a Arabia Saudí, donde se están sucediendo muchos gestos con Historia, como lo fueron en su día, por ejemplo, que una mujer quisiera entrar en una biblioteca... (y lo hiciera).


El gesto de Antonia Gutiérrez Bueno 

Muchos debates existen sobre las conquistas sociales que se logran a lo largo de la Historia. La conquista de Antonia Gutiérrez Bueno fue una de esas conquistas pacíficas, sin violencia ni aspavientos, que parecen estar esperando su momento adecuado para florecer. Y ese momento fue 1837, cuando Antonia se encuentra escribiendo su segundo libro Diccionario biográfico de mugeres célebres, y se da cuenta de que necesita consultar documentación y libros que se encuentran en la Biblioteca Nacional (BNE), donde las mujeres tienen prohibida la entrada salvo en los días de fiesta, en los que pueden pasear por ellas y admirar lo que no pueden tocar. 

Sorprende en este aspecto, que los siglos XVIII y XIX, hayan sido en los que más mujeres se representaron en el arte en actitud de lectoras empedernidas o lectoras bucólicas junto a una ventana o un gato, mientras los hombres legisladores de ese tiempo no contemplaban la idea de permitirles la entrada en las bibliotecas. Tal vez los hombres veían en una mujer lectora lo mismo que veían en la fruta prohibida que Eva muerde en el paraíso, un elemento exótico y de inspiración pero que ninguno desea para su propia esposa ni para su sociedad. Pero Antonia Gutiérrez Bueno no era una lectora bucólica de Jane Austen, era una científica con un método y una necesidad. Un día, a la edad de 56 años, cogió papel y pluma y le escribió al ministro de gobernación un permiso para poder acceder a la Real Biblioteca Nacional. 

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Sucedió que el contexto histórico abrazó esta vez la causa impopular de Antonia Gutiérrez, pues gobernaba en España una mujer, la reina regente María Cristina,  quien soportando y refutando la desaprobación de sus leales ministros varones, dio orden de responder a Antonia, lo siguiente:
<< ... Se ha servido resolver S.M permita V.S.  la entrada en la sala baja que indica a las mugeres que gusten concurrir a la Biblioteca...>>. 

Mujeres en la sala de lectura de la Biblioteca Nacional.



Ahí estaba la conquista. Es una frase, una línea, pero ahí quedó, puesta la frontera, retroceder de esa línea, nunca más. Hoy recuerdo su historia desde una biblioteca, miro a mi alrededor y veo otras mujeres y veo hombres, todos en la misma sala. Y si miro un poco más allá puedo ver, a esta hora, incluso a una bibliotecaria colocando los libros que durante el día hemos revuelto y consultado. Gracias, Antonia.


Mujeres y libros hoy

Contrastando el gesto histórico de Antonia, con el de una mujer de letras de nuestro tiempo, llegamos a la historia de una mujer como Inma Medina.  Ella es Licenciada en Filología Hispánica e investigadora predoctoral en el ámbito de la Sociolingüística y la Lexicografía y actualmente vive en Madrid. Le pregunté por María Moliner, mujer también de libros, palabras y de bibliotecas por excelencia, esto es lo que nos ha dicho:


Inma Medina, filóloga
"Aunque casi todos la conocemos por ser la autora de uno de los mejores diccionarios de nuestra lengua, María Moliner participó durante la Segunda República en diversos proyectos que tenían como objetivo organizar una red de bibliotecas públicas que permitiera acercar la cultura a toda la población, especialmente en zonas rurales. Cuando el franquismo la apartó de su cargo, trabajó durante el resto de su vida en archivos y en bibliotecas del Estado. Solo una persona profundamente enamorada de los libros podría dedicar las horas libres que le deja su trabajo a elaborar, en solitario y durante más de veinte años,  un diccionario que marcó un antes y un después en la lexicografía española. Podría decirse que el compromiso de María Moliner con la difusión de la cultura la llevó a involucrarse en todas las etapas que van desde el estudio minucioso de cada palabra hasta la gestión de las bibliotecas públicas"
A Inma no hay hoy archivo, biblioteca o centro documental que se le resista a nivel legislativo. El mundo es suyo porque la cultura, gracias a mujeres como Antonia Gutiérrez y María Moliner, es de todos y de todas. Esto me hace pensar en un posible tema para esta serie de artículos: Mujeres bibliotecarias. Pero eso ya es otro gesto con Historia.

*Material consultado
Carreño Rivero, Myriam y Colmenar Orzaes, Carmen: "1837: La Biblioteca Nacional, por primera vez abre sus puertas a la Mujer". [En línea] Historia de la Educación, vol 5 (1986).  http://revistas.usal.es/index.php/0212-0267/article/viewFile/6701/6691 [Consulta: 23 enero 2014]. 




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